Más de 20 mil instalaciones de ese tipo funcionan hoy en el mundo, con avances técnicos que permiten, entre otras cosas, reciclar la salmuera para obtener nuevos subproductos químicos y minerales. Y mientras Chile da los primeros pasos en el desarrollo de una Política Nacional sobre la materia, diversos proyectos avanzan en la Región de Valparaíso, con miras a generar recurso hídrico para consumo humano, agrícola y de la industria minera.
Las visibles y evidentes consecuencias del cambio climático se ven reflejadas hace más de una década en la Región de Valparaíso. La sequía y la escasez hídrica, notorias también en todo Chile, han dejado en evidencia la importancia de protegerlos cursos de agua dulce disponible y buscar nuevas maneras de producir agua en la zona. A esto se suma la importancia de seguir contando con este recurso hídrico para las operaciones de las faenas mineras ubicadas en la zona central del país.
Desde la Seremi de Medio Ambiente están trabajando en la protección de humedales, los cuales son fuentes de almacenamiento y reservorios naturales de agua dulce, ya que actúan como esponjas naturales que retienen el agua en épocas de lluvia y la liberan gradualmente en periodos secos. Hernán Ramírez, seremi de la cartera en la V Región, sostiene que: “los humedales ayudan a mitigarlos efectos del Cambio Climático, son sumideros de carbono, regulan temperatura, favorecen la mitigación de inundaciones. Así mismo, los humedales costeros generan barreras de mitigación frente a marejadas y tsunamis. Estos ambientes están dentro de ecosistemas más amenazados por el crecimiento dela población, el aumento en la urbanización y la falta de educación ambiental por parte delos visitantes”.
Estas medidas de protección, si bien son muy necesarias, no han sido suficientes en materia de gestión y habilitación de agua para la matriz regional, por lo que la desalinización ha tomado fuerza, emergiendo a través de distintos proyectos locales.
Esta técnica es un tratamiento químico que se aplica al agua de mar o agua salada para eliminarla sal y otros minerales disueltos, convirtiéndola en agua dulce y potable. La técnica más utilizada para conseguir esto es la ósmosis inversa, en la que a través de una membrana semipermeable se consigue agua potable a través del paso del agua por esta, pero no de la sal y otros minerales.
Las primeras plantas desaladoras que utilizan este proceso comenzaron en la década de1950, pero en los 60 y70seimplementaron de manera más masiva en el mundo.
Se estima que en la actualidad hay un promedio de 20: mil plantas desaladoras funcionando en el mundo, sobre todo en países con un borde costero predominante, siendo una estrategia relevante para resolver el problema de escasez hídrica común para todos. De hecho, un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizado en 2018 contó casi 16.000 plantas desalinizadoras operando en 177 países, las cuales producían un volumen de agua dulce equivalente casi la mitad del caudal medio delas Cataratas del Niágara. Esta cifra, con el paso del tiempo ha aumentado considerablemente, mientras se perfecciona la tecnología de los procesos de cada planta para controlar la descarga del agua de recha200 salmuera, y disminuir con esto los impactos en el ecosistema marino.
La primera planta desalinizadora en Chile se inauguró en 2003 en la ciudad de Antofagasta, con una capacidad de 600 litros por segundo para abastecer el 50% del agua potable de la ciudad. Actualmente nuestro país cuenta con más de20 plantas desaladoras en funcionamiento, 7 proyectos en desarrollo y 17 en etapa preliminar. La mayoría se encuentra en la zona norte, para abastecer el consumo de agua de faenas mineras, pero crece la importancia y la necesidad de contar con estas iniciativas en la zona central del país, dada la evidente y preocupante escasez hídrica.
“La tendencia en el desarrollo de proyectos de plantas desaladoras en Chile es hacia plantas multipropósito, ya que estas permiten entregar agua con distintas características en función del uso. Es decir, uso industrial, agrícola y humano. Todo va a depender de los requerimientos de la región en que se instala y cuál es el objetivo principal del proyecto”, dice Esteban Sefaix, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Valparaíso (UV). Agrega que Chile necesita, a través de un programa de ordenamiento territorial, establecer y concordar las zonas donde se puedan construir este tipo de proyectos, siempre considerando la participación amplia para que el acuerdo sea colectivo y haya legitimidad delas iniciativas.
En este mismo sentido, la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES), a través de su vicepresidente ejecutivo, Rafael Palacios, sostiene que “la importancia de estos proyectos está dado porque el agua es condición habilitante del crecimiento económico. 60% del PIB de nuestro país está vinculado al agua, por lo que cualquier meta de crecimiento requerirá de seguridad hídrica para alcanzarse. La disponibilidad de agua que entrega la desalación es un multiplicador de actividades productivas como la minería, la agricultura, los desarrollos inmobiliarios y turísticos, el hidrogeno verde y el almacenamiento de energía, entre
un Gobierno de derecha que finalizaba, luego de complicados momentos y una muy baja aprobación de la ciudadanía”.
“El problema Valparaíso es que hay un nivel de fragmentación enorme(…). Por lo tanto, con ocho candidatos, ninguno de los cuales sobre el 20%, lo único claro es que ya sea que gane Rafael González, Carla Meyer o Camila Nieto, el que lo haga va a ser extremadamente débil, porque lo va a ser con una cifra de menos de una cuarta parte de los votos válidamente emitidos”, analiza el docente de la UAL.